Curso de escritura
domingo, 1 de mayo de 2011
Herramientas en la red.
lunes, 18 de abril de 2011
Deberes (003) y (004)
jueves, 24 de marzo de 2011
Ejercicio (002C).
sábado, 19 de marzo de 2011
El punto.
miércoles, 9 de marzo de 2011
Ideas (II)
viernes, 25 de febrero de 2011
Punto y coma.
PUNTO Y COMA.
El punto y coma es el signo de puntuación que, “a priori” plantea más problemas. Decir “a priori” es decir, en realidad, que eso es lo que nos creemos. Tenemos asumido que una pausa breve es una coma y una pausa larga un punto, pero eso de una pausa intermedia… Nos gusta el blanco y el negro, pero los grises siempre supondrán algún problema.
En principio el punto y coma sirve para separar oraciones demasiado emparentadas como para poner un punto entre ellas y también frases largas que se parecen y conforman una serie.
EJEMPLO:
La revolución es un derecho democrático que solo aprenden a practicar los pueblos oprimidos; que se apropian los militares corruptos; que engendran las causas perdidas; que lloran las madres marchitas…
Para algunos autores punto y coma separa períodos relacionados que no se enlazan por preposiciones ni conjunciones.
EJEMPLO:
Al contrario, vivo muy cerca; este es mi distrito.
Pero el uso más común y reconocido del punto y coma cuando el uso de la coma solo, la oración o el período puedan lleva a error.
EJEMPLO:
Ser los últimos sería una deshonra; ser los primeros, un engaño; quedar en medio, la solución más apropiada.
También, recordando el capítulo anterior, en este caso vemos como las comas substituyen a un verbo sobreentendido (oraciones elípticas).
Lo cierto es que, a pesar de lo ambiguas que parecen todas las definiciones que se acostumbran a dar sobre el uso del punto y coma, la mayoría de escritores novatos lo usan con más propiedad que comas y puntos por separado.
jueves, 24 de febrero de 2011
Ejercicio (002 B)
Esta semana se nos ha complicado el trabajo, así que ha llegado el momento de hacer algunas correcciones para poder salir del atolladero. Esta historia del argumento ha resultado tener más miga de lo esperado. Dando un nuevo significado a la metáfora podemos decir que está resultando un tema huesudo. Tampoco vayamos a asustarnos porque lo que ahora hacemos ya no lo repetiremos más. Sin duda, cuando hagáis el esquema o plan de vuestras historias ya no será argumento puro porque, a la par que complicado, es poco práctico. En el futuro haréis bocetos llenos de detalles descriptivos que no querréis olvidar porque en el momento de establecer la idea os parecerán necesarios para el relato final. Después de esto el argumento ya no aflorará, pero ahora si sabréis que está ahí y podréis reconocerlo donde otros no pueden.
Es más, cuando alguien os pida el argumento de una obra no contestareis como en la tramposa práctica que nuevamente os he puesto, sino con algo más personal y vestidito. Pero no olvidareis tener bien acomodado el esqueleto en el ataúd que entreguéis.
Entre tanto, antes de seguir con la siguiente práctica, que depende demasiado de esta y no la veo del todo resuelta, vamos a darle una vuelta más de rosca a esta.
Esta semana la práctica va a ser (002B) y va a ser… horrorosa. Vosotros me diréis si hace falta una semana adicional a lo que os voy a proponer.
Ya habréis visto mi insistencia en que toda historia que se precie debe tener un comienzo, un nudo y un final. Mi propuesta es que todos hagamos el trabajo de todos. Recompondremos los argumentos de cada una de las historias de nuestros compañeros, sin descuidarnos un nudo y un final que, por lo general, se nos ha quedado en el tintero. Dejaremos para la siguiente semana votar que argumento elegir para trabajar cada uno una historia propia.
Con este ejercicio empezareis a ver cómo llegan a modificarse las ideas que expresamos cuando las interpretan los demás.
En resumen:
Vamos a crear, hasta el final, el argumento de las historias que han creado los demás. Cada una la identificaremos por el nombre del primer autor. Sí, el nuestro también.
domingo, 20 de febrero de 2011
Acercándonos al poema.
Acercándonos al poema.
La semana anterior vimos como el verso era la unidad mínima del poema. Vamos, que el verso era al poema como los átomos a la materia. Pero eso es en cuanto a la forma. Como unidades lógicas los versos son deficitarios. Para hacer un poema hace falta conocer los procedimientos poéticos que permitirán hacer correcciones y reescribir el proyecto de poesía. Mediante los procedimientos manipularemos los recursos poéticos, los dosificaremos y mediante combinaciones singulares y significativas, potenciarlos.
Supongo que con todo esto no habréis entendido nada, ¿verdad? Sinceramente, yo tampoco. Esta es la forma en la que la mayoría de cursos de escritura intentan acercar a sus alumnos hacia las artes poéticas. Por un instante parece como si no desearan que sus alumnos llegaran jamás a dominar las artes poéticas. Esto me recuerda a los profesores de doblaje que, un buen día, se descubrieron las trabas que ponían a sus alumnos para que no les arrebataran su trabajo en los estudios de doblaje. Sinceramente espero equivocarme.
De todas las ideas que me brindaron los “maestros” de la poesía, me quedaré con una: “Un poema implica la máxima economía de lenguaje”.
Así que, después de todo, la primera aproximación a la poesía será la de decir mucho con muy poco. En base a esta idea, el taller literario de Salvat creó un cuestionario que repetiré aquí:
1. 1.. ¿A partir de que inicias un poema? (Una palabra, una idea, un recuerdo, etc.)
2. ¿Cuál es la preocupación personal que te provoca o te provocaría escribir una poesía?
3. ¿Y preocupación social?
4. Cita alguno de tus deseos aunque te parezca imposible o absurdo.
5. Nombra un objeto.
6. ¿Lees poesía? ¿Qué escritor prefieres? ¿Sabes por qué?
No voy a pediros que contestéis al cuestionario aquí porque en realidad algunas de las preguntas se han de meditar, más para su comprensión que para su respuesta. Aún así creo que responder a ella (en privado) pueden ayudar a entender lo que significa, en parte, la poesía.
Deberes (002)
Muchos editores no desean leer todo el libro para decidir si lo publican o no. Por lo menos no en un principio. Por lo general te piden el primer capítulo y el argumento de la obra. Claro que cuando ellos dicen argumento realmente quieren decir sinopsis o resumen, porque siempre ponen un número de líneas o páginas determinado.
De todo esto podemos extraer la importancia que tiene el primer capítulo en cualquier novela. Tanto es así que, si hace algún tiempo servía para presentar a los personajes principales o el lugar donde transcurría la obra, hoy podemos ver ese primer capítulo como una pequeña historia en sí mismo.
Hoy ningún escritor en su sano juicio empezaría una novela con algo así: “En un lugar de la Mancha…” Sin embargo, si hay algo que nos atrae de ese comienzo, y es que todo el mundo lo conoce. Cervantes era un escritor que se cuidaba de mostrar un lenguaje cuidado y una fuerza argumental uniforme a lo largo de su obra, pero, aún así, el comienzo del Quijote es conocido, incluso, por aquellos que jamás han leído la obra. Nosotros nos conformaríamos, seguramente, porque nuestros primeros capítulos llamaran la atención de algún editor dispuesto a publicarnos.
A la hora de empezar un primer capítulo, uno puede hacerlo de casi cualquier forma, pero también hay unas normas más o menos establecidas. Recuerdo que en uno de los talleres de escritura en que participé, nos insistieron mucho en aquello de no empezar directamente con un diálogo… ¿Alguno de vosotros le ha dado ya un vistazo a “Pantaleón y las visitadoras” de Mario Vargas Llosa? Este libro no empieza con un diálogo, lo hace con dos. Porque el autor, continuamente, pone dos diálogos que suceden en tiempos diferentes y se identifican, más que nada, por los personajes. Eso hace que el primer diálogo sea realmente complicado y tenga que leerse varias veces para diferenciar cada una de las situaciones. A lo largo del libro uno se acostumbra y ya no resulta tan complicado, a pesar de las enrevesadas formas de hablar de algunos de los personajes.
No hay duda, de que Vargas Llosa se arriesgó mucho en ese inicio de libro. Algo que solo puede hacerse si uno está muy seguro de que sus editores van a respetar más la seguridad que el nombre del autor da, que de las complicaciones que supone ese comienzo tan poco tradicional. Está claro que un autor novato debe respetar las normas… o casi. Es importante enganchar a lector para lo que tiene que llegar.
Había pensado que el ejercicio de esta semana fuese la elaboración de un primer capítulo, pero de qué. Después me di cuenta que una sola semana para todo un primer capítulo podía ser un trabajo imposible. Por eso vamos a pensar primero un argumento para una historia, que votaremos. Después decidiremos el estilo que queremos y ya pondremos ese primer capítulo como deberes, pero con dos semanas de margen.
Así pues, para esta semana, más que unos deberes de escribir, tendremos unos deberes de pensar. Toca idear el esqueleto argumental de una historia. Procurad no meter trama en ese esqueleto. Si no es demasiado complicado, no deberíamos sobrepasar las doce líneas, pero esta vez lo dejo a vuestra discreción. A ver si de lo pensado, entre el jueves y el sábado próximos, sacamos el argumento que mejor nos va para trabajar el primer capítulo.
¡Suerte y al toro!
sábado, 19 de febrero de 2011
Ideas
IDEAS
Cuando uno escribe mucho llega un momento al que yo llamo de “empanamiento”, en que las ideas ya no fluyen. Algunos escritores ven como esta dolencia se alarga en el tiempo y pasan a denominarlo “síndrome de la hoja en blanco”. Por supuesto existen técnicas para superar estos momentos críticos. La mayoría de esas técnicas están orientadas al momento de empezar a contar una historia. Nos aportarían las ideas iniciales para empezar a escribir. Como ya podéis imaginar, ese embotamiento que se produce cuando estás en medio de una historia y no sabes cómo desarrollar el nudo argumental, es algo más complicado. Sin embargo, ya la semana pasada dimos una pista para evitar este segundo bloqueo.
Como ya dijimos, un buen relato está formado por el argumento, una trama que lo mueve y una serie de detalles personales que le dan la forma del autor. Para evitar grandes bloqueos durante la creación de la obra, el esqueleto debe estar completo antes de empezar a escribir. No se debe empezar a construir la trama sin tener completado el argumento. Claro que, durante el desarrollo de la obra puedes ir modificando el argumento de tal forma que, en un momento dado puede llegar a perder su coherencia. Mi consejo es volver hacia atrás y rehacer el argumento antes de volver a la trama.
Pero la mayoría de nosotros no tratamos con novelas (al menos no siempre) así que el primer paso a dar es el de tener la primera idea. Claro que las buenas ideas no llegan cuando nosotros se lo pedimos a nuestro cerebro, por lo general tienen la costumbre de aparecer mientras practicamos puenting, o acabamos de apagar la luz de la mesita para dormir, o viajamos en transporte público… Esa es la razón de que siempre lleve encima una pequeña libreta y un bolígrafo… bueno y también es la razón de que no practique el puenting, porque no hay dios que escriba boca abajo y dando brincos… además siempre sale volando el boli.
Si la semana pasada recomendábamos no tirar nada de lo escrito, que con el tiempo nos podía devolver algunas ideas, aunque susceptibles de muchas correcciones, esta, el consejo es no abandonar ninguna idea buena que se nos pueda ocurrir.
En la libreta, unas veces escribiremos una sola palabra, en otras una frase, pero en muchas ocasiones nos invadirá un sentimiento brutal de deseos de escribir y nos explayaremos durante muchas páginas. Eso me solía ocurrir mientras viajaba en autobús, la mayoría de veces llenos de gente y sin asientos libres. Dejo la situación a vuestra imaginación, la imagen puede ser divertida, pero os aseguro que a la maruja de turno, que a saber por qué ha cogido el autobús en hora punta, no se lo parece. En una ocasión una de estas “individuas” me arrebató el bolígrafo con violencia. Esa es la razón de que mi amigo Javier prefiera usar una grabadora… claro que su mujer le ha amenazado con el divorcio si sigue despertándola a media noche para contarle sus intimidades a la dichosa cajita parlante.