miércoles, 16 de febrero de 2011

Trama y argumento.

Trama y argumento.

En un texto anterior vimos como un mismo argumento visto de una manera determinada y centrando la historia en determinados personajes, objetos o circunstancias, podía dar lugar a diferentes categorías como suspense, romántica, policíaca, ciencia ficción, etcétera. Como también vimos, no siempre los sucesos se narraban en el mismo orden, de hecho la ocultación de ciertos detalles en un momento dado y el realzado de otros, podía dar la idea de leer historias diferentes. Esa forma casi viva de presentar el argumento es lo que denominamos trama. Así podríamos definir esta como la forma de presentar el argumento de la historia. Y en un alarde de osadía aún podríamos decir que la forma de la trama es lo que realmente define a que categoría pertenece un relato.

Como ya seguramente habréis intuido, las tramas es lo que realmente depende del escritor y, para un mismo argumento, puede haber infinitas. Sin embargo, aunque categorías o estilos también hay muchos, estos son algo más limitados en número, por lo que eso quiere decir que, dentro de un mismo estilo se pueden presentar varias tramas con mayor o menor diferencia, pero, además, pueden existir tramas que aúnen dos o más estilos. Por ejemplo, Agatha Christie era una magnífica escritora de suspense, pero de tanto en tanto le gustaba poner una gota de humor en sus relatos. También Isaac Asimov, en sus relatos de ciencia ficción, introducía detalles propios de las tramas policíacas.

No obstante, también me gustaría aclarar que algunos de estos detalles que no son propios del estilo usado, especialmente en el caso de las notas humorísticas, pueden o no ser parte de la trama. Por ejemplo, no es lo mismo que el autor haga un chiste con una frase o el aspecto de un personaje, que esa nota humorística sea producto de una situación momentáneamente surrealista dentro del baile de sucesos. En el primer caso el chiste no formaría parte de la trama, en el segundo sí.

Así pues, la trama se convierte en algo peculiar del escritor, pero en la plasmación del argumento en la historia también cuentan esos otros detalles que no forman parte de la trama. De este modo el relato estará formado por el argumento, la trama y los detalles adicionales. Como el argumento es algo genérico que pueden tratar otros autores en relatos propios, diremos que la trama y los detalles adicionales conformarán lo que es el estilo personal del autor. Así si otro autor aún se atreviese con una trama que no es suya, aún existiría una serie de detalles diferenciales a los que, desde este momento denominaremos “detalles personales”.

Desde el punto de vista de la concepción de un relato primero tendremos que idear un argumento (muchas veces nos vendrá dado desde el exterior), después crearemos la trama (muchas veces nos servirá también para hacer modificaciones al argumento) y finalmente, seguramente mientras estamos escribiendo el relato, aparecerán los detalles personales. Estos detalles personales serán en ocasiones intencionados, pero mayoritariamente serán algo casi sustancial del autor que, incluso, puede llegar a no ser consciente de ellos.

Desde el punto de vista del lector, por lo general, el argumento será la parte que llegará a él mediante la lógica, pero la trama y especialmente los detalles personales, lo harán desde la parte más emocional. Por eso, aunque ahora pueda parecer que no es así, la trama y los detalles personales son los que definirán que un lector sienta mayor o menor afinidad por un relato. En pocas palabras, la trama y los detalles será lo que nos gustará o disgustará de un relato escrito por otra persona. Sin embargo, para el autor, que vive inmerso en su propio estilo personal, el argumento aparece como la parte más relevante. Sólo cuando el autor es capaz de inmiscuirse en la parte emocional de su obra, puede llegar a acercarse a sus posibles lectores.

Dicho todo esto, podría parecer como si el argumento no tuviera ninguna importancia, y eso no es cierto. De hecho tanto la trama como los detalles se tienen que armar sobre este. Podemos imaginar al argumento como los huesos de un esqueleto al que se le añaden los músculos y las vísceras que son la trama, y una piel, uñas, cabello y todo aquello que nos da nuestro aspecto externo, como los detalles personales. Está claro que si nuestra columna vertebral está doblada y nuestros huesos craneales hundidos, nuestra salud no será buena y nuestro aspecto nada saludable. Por otra parte, una trama errónea también mataría al relato… tal vez de un infarto.

Y todo esto, aunque parezca mentira, no es solo aplicable a los relatos de ficción, aunque, claro está, en una carta o en una tesis doctoral, será mucho menos visible porque… tienden a ser bastante “huesudas”.

1 comentario:

  1. Genial aportación Vicente.
    Estoy totalmente de acuerdo con lo que nos cuentas. Y que razón tienes sobre los detalles personales.
    Una de las grandes bazas de la novela negra no es el argumento de ella (que se lo digan a Mankell) si no los detalles que nos cuenta sobre los personajes.

    Saludos

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