domingo, 1 de mayo de 2011

Herramientas en la red.

Todo escritor debe saber documentarse para poder escribir. Hasta hace unos años todo escritor que se preciara también debía conocer los clásicos. Hoy los tiempos han cambiado y lo han hecho de la mano de los ordenadores e Internet. Los escritores de hoy pueden acceder a gran cantidad de información en la red, sin embargo mucha de esa información aún está por contrastar y no existe un responsable fácil de citar como cuando se refería uno a un libro o autor determinados. Tanto los escritores modernos como, por desgracia, los periodistas, están perdiendo la buena costumbre de contrastar la información, fruto de ello hay infinidad de demandas que colapsan los juzgados. Claro, que no todas las cosas dichas al tun-tun tienen que acabar ante la ley. Los nuevos divulgadores se han convertido en maestros en decir cualquier cosa sin responsabilizarse de ella. No os preocupéis, esas fórmulas nefastas no van a ser objeto de aprendizaje aquí.
Con todo, las virtudes de Internet superan a sus pecados. Por cada sitio de perdición en la red hay al menos cien de esos que atesoran miles de datos utilísimos. Miles de web’s, blog’s y wikis, donde solucionar problemas y consultar dudas que agilizan mucho la labor de todo escritor. Entre estos no escasean los lugares donde se brinda una labor de base para escritores que siempre es de agradecer. En este artículo, sin que sirva para ahorrarnos la publicación de teoría para estudio, vamos a ofrecer la dirección de algunos de esos lugares.

GRAMÁTICA CASTELLANA:

TRADUCTORES:

DICCIONARIOS:

SINÓNIMOS:

INFORMACIÓN:

ORTOGRAFÍA:

Aunque si estas web’s permiten acceder a una información bastante fiable y rápida, hay una forma de buscar la información, quizá menos fiable, pero sin duda más rápida y es Google, el buscador más usado. En el caso de buscar fiabilidad y tranquilidad, todavía son los libros los que nos permiten las mejores y más amables búsquedas. Puede que a los libros en papel les queden muy pocos días entre nosotros, pero, sin duda, una buena biblioteca sigue siendo un tesoro incuestionable.
Antes de acabar me gustaría ofrecer dos enlaces de reconocidos sitios donde poder encontrar información abreviada de calidad:





lunes, 18 de abril de 2011

Deberes (003) y (004)

Finalmente este es el argumento del que vamos a partir:
Tres individuos se enfrentan a un enemigo común. Cada uno de ellos plantea una estrategia  diferente, pero sólo aquel que se esfuerza más logra reunir a los demás para salir victorioso.

El ejercicio que ahora se propone ya empieza a ser creativo.
Cuando un editor pide trabajos para evaluar su posible edición, es frecuente que demande el primer capítulo y “el argumento”. Claro que ese argumento es realmente un resumen de la historia. Algunos editores y editoriales, no obstante, ya lo especifican. De todas formas, cuando el relato promete, se dirigen al autor para que reporte la novela completa a fin de evaluarla. Posiblemente este modo de analizar las obras les impide conocer alguna maravilla, pero, ante tanto proyecto de escritor, es imposible que ningún editor pueda leer completas todas las obras que se le presentan. Y está claro que este parece un buen modo de discriminar. El primer capítulo da una idea del estilo de la obra y el resumen nos ofrece argumento y trama sin desarrollar.
Esta vez sí pondremos fechas para dinamizar un poco este taller que está quedando algo parado:
-Resumen de la historia basada en el argumento anterior para el 7 de mayo (003).
-Primer capítulo para el 25 de mayo (004).
Y ahora os dejo para que podáis disfrutar  el próximo día 23, un feliz día del libro.

jueves, 24 de marzo de 2011

Ejercicio (002C).

Ejercicio (002C).

Vamos a dar por terminados los ejercicios (002) y (002B) porque vía red se están complicando en demasía. Tenemos que simplificar al máximo el apartado del argumento que, si bien no es demasiado importante, si que resulta básico en la comprensión de otros tratamientos del relato.
El nuevo ejercicio que sustituye a los anteriores ve a ser más sencillo (espero), porque vamos a tratarlo al revés. Sobre un relato trataremos de lograr la extracción de un argumento lo más esquemático posible. Para ello nada mejor que utilizar un cuento infantil conocido por todos. Generalmente en este tipo de cursos suele usarse el cuento de “Caperucita Roja”, sin embargo en algunos de ellos aparecen ciertos problemas que nos llevarían al mismo callejón sin salida que ahora casi nos asfixia, por eso la sugerencia es: “Los tres cerditos”.
Si alguien tiene alguna duda sobre el cuento podemos esperar a la noche y contarlo antes de dormir… (es broma). Existen diferentes versiones del cuento (cosas de la tradición oral), pero sus diferencias son menores a las existentes en otros cuentos. En el raro caso de que alguien no conozca el cuento siempre puede recurrir a nuestro amigo “San Google” que nos llevará a más de una versión del mismo. Y es que a los amigos de la red les encantan los cuentos infantiles… prefiero no buscar explicaciones a eso.
Bueno, ahí queda eso. Espero que esta vez no tengamos tantos problemas.

sábado, 19 de marzo de 2011

El punto.

Punto.

El punto separa oraciones y estas pueden estar relacionadas, pero no de un modo inmediato. Tenemos que ser conscientes de la sutil diferencia, pues, que hay entre coma, y punto y coma, y también la diferencia entre el punto y coma, y el punto. Esa sutileza permite que cada autor personalice con mayor o menor severidad en el tratamiento gráfico d sus pausas.
Todos conocemos la existencia de dos tipos de puntos: el punto y seguido y el punto y aparte (o punto y final). Siempre que vayamos exponiendo frases dentro de una línea lógica, estas se separan preposiciones, conjunciones, con comas, puntos y comas o, como mucho, punto y seguido. Pero cuando la línea de argumentación,  o narración, se corta, lo hace mediante el punto y aparte. Cerrando así lo que se denomina un “párrafo”, porción de texto con sentido completo.
Cuando un párrafo es el último del texto, el punto y aparte pasa a denominarse punto y final.
Tenemos que insistir en la ambigüedad que supone puntuar, sin embargo, dentro de esa libertad tenemos que mantener una coherencia personal en el uso de los signos de puntuación. Como siempre, leer mucho nos puede ayudar, pero hay que ser consciente que cada autor puede tener una concepción ligeramente diferente de esa práctica, pero a pesar de ello siempre hay límites que no se deben sobrepasar. Desgraciadamente también existen los errores tipográficos. A ese tema también tendremos que dedicar un apartado.
Excepcionalmente no pondré ningún ejercicio ni ejemplo porque todo el texto es lo primero. Creo que son tres los errores claros y seis los susceptibles de interpretación.
¡Buena suerte!

miércoles, 9 de marzo de 2011

Ideas (II)


En ocasiones no se me ocurre nada que escribir. Tengo tiempo libre para dedicar a una de mis aficiones más placenteras, pero no tengo ninguna idea que valga la pena. Si mi vida dependiera de que escribiese algo en ese momento, seguramente lo haría, pero estoy seguro, también, de que sería un texto que no me satisfaría. Por eso, cuando no tengo ganas de escribir hago lo más sensato: otra cosa.
El cerebro tiene una forma de funcionar muy caprichosa, porque acostumbra a establecer relaciones con lo que oímos, vemos o sentimos, en cada momento. Pero muchas de esas relaciones pasan raudas por nuestra mente y desaparecen para siempre, a no ser que las detengamos y las plasmemos en una hoja de papel antes de olvidarlas. Esa es la razón por la que recomiendo llevar una pequeña libreta y un bolígrafo siempre encima. Un amigo llevaba una pequeña grabadora, pero si ya has de luchar con las miradas inquisitivas de la gente cuando te pones a escribir en un ascensor, en un autobús, o en medio de la calle, imagínense hablándole a una grabadora. Eso sin contar que la vergüenza te obliga a bajar el volumen de la voz y los ruidos del entorno tienden a dominar la grabación final. Después de siete historias perdidas entre el sonido del tráfico, mi amigó cambió su grabadora por la libreta.
Personalmente la libreta la llevo hasta la mesita de noche y, aunque a mi mujer no le gusta ni un pelo que la despierte encendiendo la luz para tomar unas notas, reconozco que los sueños son la mejor fuente de ideas e inspiración que conozco.
De todas formas, en las últimas semanas, únicamente por una cuestión solidaria (que nadie vaya a pensar nada raro), he decidido no soñar.
Pero respecto a la libreta ya hablamos hace un par de semanas. La cuestión es pensar en lo que hacemos cuando se nos acumulan veinte o treinta libretas. Ahora pensemos otra vez en ese instante en que nos encontramos con tiempo libre, una hoja en blanco y carencia de buenas ideas. Este es el instante en que desempolvamos una de esas viejas libretas y rebuscamos entre lo absurdo y lo gracioso. Puedo garantizaros de que en treinta minutos ya estáis escribiendo una buena historia. Pero, ¿y si tenéis más tiempo que libretas? Bueno, entonces podéis coger una de esas libretas de uso público que llaman periódicos. Mi consejo es que es saltar las secciones de deportes y política y os centréis en sucesos y anuncios por palabras. No es tan útil como la libreta propia, pero se pueden extraer grandes ideas de ambas secciones, sobre todo de los anuncios laborales, si es que os gustan los temas de humor… o de terror.
Un último recurso inspirador, pero que no funciona con todos los escritores por igual, es la música. De todas formas, de vez en cuando, dejarse llevar por temas musicales de diferente índole, puede ser un buen experimento. 

viernes, 25 de febrero de 2011

Punto y coma.

PUNTO Y COMA.

El punto y coma es el signo de puntuación que, “a priori” plantea más problemas. Decir “a priori” es decir, en realidad, que eso es lo que nos creemos. Tenemos asumido que una pausa breve es una coma y una pausa larga un punto, pero eso de una pausa intermedia… Nos gusta el blanco y el negro, pero los grises siempre supondrán algún problema.

En principio el punto y coma sirve para separar oraciones demasiado emparentadas como para poner un punto entre ellas y también frases largas que se parecen y conforman una serie.

EJEMPLO:

La revolución es un derecho democrático que solo aprenden a practicar los pueblos oprimidos; que se apropian los militares corruptos; que engendran las causas perdidas; que lloran las madres marchitas…

Para algunos autores punto y coma separa períodos relacionados que no se enlazan por preposiciones ni conjunciones.

EJEMPLO:

Al contrario, vivo muy cerca; este es mi distrito.

Pero el uso más común y reconocido del punto y coma cuando el uso de la coma solo, la oración o el período puedan lleva a error.

EJEMPLO:

Ser los últimos sería una deshonra; ser los primeros, un engaño; quedar en medio, la solución más apropiada.

También, recordando el capítulo anterior, en este caso vemos como las comas substituyen a un verbo sobreentendido (oraciones elípticas).

Lo cierto es que, a pesar de lo ambiguas que parecen todas las definiciones que se acostumbran a dar sobre el uso del punto y coma, la mayoría de escritores novatos lo usan con más propiedad que comas y puntos por separado.

jueves, 24 de febrero de 2011

Ejercicio (002 B)

Esta semana se nos ha complicado el trabajo, así que ha llegado el momento de hacer algunas correcciones para poder salir del atolladero. Esta historia del argumento ha resultado tener más miga de lo esperado. Dando un nuevo significado a la metáfora podemos decir que está resultando un tema huesudo. Tampoco vayamos a asustarnos porque lo que ahora hacemos ya no lo repetiremos más. Sin duda, cuando hagáis el esquema o plan de vuestras historias ya no será argumento puro porque, a la par que complicado, es poco práctico. En el futuro haréis bocetos llenos de detalles descriptivos que no querréis olvidar porque en el momento de establecer la idea os parecerán necesarios para el relato final. Después de esto el argumento ya no aflorará, pero ahora si sabréis que está ahí y podréis reconocerlo donde otros no pueden.

Es más, cuando alguien os pida el argumento de una obra no contestareis como en la tramposa práctica que nuevamente os he puesto, sino con algo más personal y vestidito. Pero no olvidareis tener bien acomodado el esqueleto en el ataúd que entreguéis.

Entre tanto, antes de seguir con la siguiente práctica, que depende demasiado de esta y no la veo del todo resuelta, vamos a darle una vuelta más de rosca a esta.

Esta semana la práctica va a ser (002B) y va a ser… horrorosa. Vosotros me diréis si hace falta una semana adicional a lo que os voy a proponer.

Ya habréis visto mi insistencia en que toda historia que se precie debe tener un comienzo, un nudo y un final. Mi propuesta es que todos hagamos el trabajo de todos. Recompondremos los argumentos de cada una de las historias de nuestros compañeros, sin descuidarnos un nudo y un final que, por lo general, se nos ha quedado en el tintero. Dejaremos para la siguiente semana votar que argumento elegir para trabajar cada uno una historia propia.

Con este ejercicio empezareis a ver cómo llegan a modificarse las ideas que expresamos cuando las interpretan los demás.

En resumen:

Vamos a crear, hasta el final, el argumento de las historias que han creado los demás. Cada una la identificaremos por el nombre del primer autor. Sí, el nuestro también.

domingo, 20 de febrero de 2011

Acercándonos al poema.

Acercándonos al poema.

La semana anterior vimos como el verso era la unidad mínima del poema. Vamos, que el verso era al poema como los átomos a la materia. Pero eso es en cuanto a la forma. Como unidades lógicas los versos son deficitarios. Para hacer un poema hace falta conocer los procedimientos poéticos que permitirán hacer correcciones y reescribir el proyecto de poesía. Mediante los procedimientos manipularemos los recursos poéticos, los dosificaremos y mediante combinaciones singulares y significativas, potenciarlos.

Supongo que con todo esto no habréis entendido nada, ¿verdad? Sinceramente, yo tampoco. Esta es la forma en la que la mayoría de cursos de escritura intentan acercar a sus alumnos hacia las artes poéticas. Por un instante parece como si no desearan que sus alumnos llegaran jamás a dominar las artes poéticas. Esto me recuerda a los profesores de doblaje que, un buen día, se descubrieron las trabas que ponían a sus alumnos para que no les arrebataran su trabajo en los estudios de doblaje. Sinceramente espero equivocarme.

De todas las ideas que me brindaron los “maestros” de la poesía, me quedaré con una: “Un poema implica la máxima economía de lenguaje”.

Así que, después de todo, la primera aproximación a la poesía será la de decir mucho con muy poco. En base a esta idea, el taller literario de Salvat creó un cuestionario que repetiré aquí:

1. 1.. ¿A partir de que inicias un poema? (Una palabra, una idea, un recuerdo, etc.)

2. ¿Cuál es la preocupación personal que te provoca o te provocaría escribir una poesía?

3. ¿Y preocupación social?

4. Cita alguno de tus deseos aunque te parezca imposible o absurdo.

5. Nombra un objeto.

6. ¿Lees poesía? ¿Qué escritor prefieres? ¿Sabes por qué?

No voy a pediros que contestéis al cuestionario aquí porque en realidad algunas de las preguntas se han de meditar, más para su comprensión que para su respuesta. Aún así creo que responder a ella (en privado) pueden ayudar a entender lo que significa, en parte, la poesía.

Deberes (002)

Muchos editores no desean leer todo el libro para decidir si lo publican o no. Por lo menos no en un principio. Por lo general te piden el primer capítulo y el argumento de la obra. Claro que cuando ellos dicen argumento realmente quieren decir sinopsis o resumen, porque siempre ponen un número de líneas o páginas determinado.

De todo esto podemos extraer la importancia que tiene el primer capítulo en cualquier novela. Tanto es así que, si hace algún tiempo servía para presentar a los personajes principales o el lugar donde transcurría la obra, hoy podemos ver ese primer capítulo como una pequeña historia en sí mismo.

Hoy ningún escritor en su sano juicio empezaría una novela con algo así: “En un lugar de la Mancha…” Sin embargo, si hay algo que nos atrae de ese comienzo, y es que todo el mundo lo conoce. Cervantes era un escritor que se cuidaba de mostrar un lenguaje cuidado y una fuerza argumental uniforme a lo largo de su obra, pero, aún así, el comienzo del Quijote es conocido, incluso, por aquellos que jamás han leído la obra. Nosotros nos conformaríamos, seguramente, porque nuestros primeros capítulos llamaran la atención de algún editor dispuesto a publicarnos.

A la hora de empezar un primer capítulo, uno puede hacerlo de casi cualquier forma, pero también hay unas normas más o menos establecidas. Recuerdo que en uno de los talleres de escritura en que participé, nos insistieron mucho en aquello de no empezar directamente con un diálogo… ¿Alguno de vosotros le ha dado ya un vistazo a “Pantaleón y las visitadoras” de Mario Vargas Llosa? Este libro no empieza con un diálogo, lo hace con dos. Porque el autor, continuamente, pone dos diálogos que suceden en tiempos diferentes y se identifican, más que nada, por los personajes. Eso hace que el primer diálogo sea realmente complicado y tenga que leerse varias veces para diferenciar cada una de las situaciones. A lo largo del libro uno se acostumbra y ya no resulta tan complicado, a pesar de las enrevesadas formas de hablar de algunos de los personajes.

No hay duda, de que Vargas Llosa se arriesgó mucho en ese inicio de libro. Algo que solo puede hacerse si uno está muy seguro de que sus editores van a respetar más la seguridad que el nombre del autor da, que de las complicaciones que supone ese comienzo tan poco tradicional. Está claro que un autor novato debe respetar las normas… o casi. Es importante enganchar a lector para lo que tiene que llegar.

Había pensado que el ejercicio de esta semana fuese la elaboración de un primer capítulo, pero de qué. Después me di cuenta que una sola semana para todo un primer capítulo podía ser un trabajo imposible. Por eso vamos a pensar primero un argumento para una historia, que votaremos. Después decidiremos el estilo que queremos y ya pondremos ese primer capítulo como deberes, pero con dos semanas de margen.

Así pues, para esta semana, más que unos deberes de escribir, tendremos unos deberes de pensar. Toca idear el esqueleto argumental de una historia. Procurad no meter trama en ese esqueleto. Si no es demasiado complicado, no deberíamos sobrepasar las doce líneas, pero esta vez lo dejo a vuestra discreción. A ver si de lo pensado, entre el jueves y el sábado próximos, sacamos el argumento que mejor nos va para trabajar el primer capítulo.

¡Suerte y al toro!

sábado, 19 de febrero de 2011

Ideas

IDEAS

Cuando uno escribe mucho llega un momento al que yo llamo de “empanamiento”, en que las ideas ya no fluyen. Algunos escritores ven como esta dolencia se alarga en el tiempo y pasan a denominarlo “síndrome de la hoja en blanco”. Por supuesto existen técnicas para superar estos momentos críticos. La mayoría de esas técnicas están orientadas al momento de empezar a contar una historia. Nos aportarían las ideas iniciales para empezar a escribir. Como ya podéis imaginar, ese embotamiento que se produce cuando estás en medio de una historia y no sabes cómo desarrollar el nudo argumental, es algo más complicado. Sin embargo, ya la semana pasada dimos una pista para evitar este segundo bloqueo.

Como ya dijimos, un buen relato está formado por el argumento, una trama que lo mueve y una serie de detalles personales que le dan la forma del autor. Para evitar grandes bloqueos durante la creación de la obra, el esqueleto debe estar completo antes de empezar a escribir. No se debe empezar a construir la trama sin tener completado el argumento. Claro que, durante el desarrollo de la obra puedes ir modificando el argumento de tal forma que, en un momento dado puede llegar a perder su coherencia. Mi consejo es volver hacia atrás y rehacer el argumento antes de volver a la trama.

Pero la mayoría de nosotros no tratamos con novelas (al menos no siempre) así que el primer paso a dar es el de tener la primera idea. Claro que las buenas ideas no llegan cuando nosotros se lo pedimos a nuestro cerebro, por lo general tienen la costumbre de aparecer mientras practicamos puenting, o acabamos de apagar la luz de la mesita para dormir, o viajamos en transporte público… Esa es la razón de que siempre lleve encima una pequeña libreta y un bolígrafo… bueno y también es la razón de que no practique el puenting, porque no hay dios que escriba boca abajo y dando brincos… además siempre sale volando el boli.

Si la semana pasada recomendábamos no tirar nada de lo escrito, que con el tiempo nos podía devolver algunas ideas, aunque susceptibles de muchas correcciones, esta, el consejo es no abandonar ninguna idea buena que se nos pueda ocurrir.

En la libreta, unas veces escribiremos una sola palabra, en otras una frase, pero en muchas ocasiones nos invadirá un sentimiento brutal de deseos de escribir y nos explayaremos durante muchas páginas. Eso me solía ocurrir mientras viajaba en autobús, la mayoría de veces llenos de gente y sin asientos libres. Dejo la situación a vuestra imaginación, la imagen puede ser divertida, pero os aseguro que a la maruja de turno, que a saber por qué ha cogido el autobús en hora punta, no se lo parece. En una ocasión una de estas “individuas” me arrebató el bolígrafo con violencia. Esa es la razón de que mi amigo Javier prefiera usar una grabadora… claro que su mujer le ha amenazado con el divorcio si sigue despertándola a media noche para contarle sus intimidades a la dichosa cajita parlante.

viernes, 18 de febrero de 2011

Presentación: Superación de trabas y censuras.

Como podéis ver esta semana el funcionamiento del curso está siendo mucho más relajado y aún hubiese podido serlo más si los artículos los hubiera tenido que escribir al momento, como este. La razón es que también se puede morir de éxito. Sobre todo cuando ese éxito no es el deseado.

He pasado toda la semana escribiendo artículos (más de 200 páginas entre los diferentes medios, otra cosa es lo que, al final, se ha publicado), corrigiendo el estilo de otros, pensando y, para colmo, me he metido en la redacción de las bases para la creación de un nuevo partido político que, si la idea no cambia, se denominará “Pan y Circo” (PyC). Ya os podéis imaginar el “empanamiento mental” que llevo. Y eso sin contar los nervios producidos por los hechos que han desencadenado esta revuelta “egipciaica” en la que me he visto envuelto y a la que no puedo dar la espalda. Supongo que la mayoría no habrá escuchado nada en la prensa, sobre todo los que vivís en España, los medios de comunicación son lo bastante corruptos para haber guardado silencio, pero os aseguro que en el extranjero hemos salido, incluso en la TV. En España, lo que no pueden los poderes políticos, lo ejercen los económicos: la censura.

Tal vez penséis que os estoy contando algo así como el comienzo de un novela de suspense (muy errada no sería la cosa), pero es todo cierto. Sin embargo esto es un curso de escritura y a ello nos dedicaremos. Por eso creo que, como una parte de lo que es la escritura, trataremos de ver las mejores maneras de superar las censuras y otras trabas para lograr que nuestros textos sean leídos más allá de las barreras que, en un momento determinado, puedan fajarnos.

Sirva pues estas líneas como presentación de un nuevo epígrafe que en un principio no tuvimos en cuenta: ¿Cómo superar trabas y censuras?

Bueno algunas ideas ya tengo, pero conforme vayamos poniéndolas en práctica os las acercaré hasta aquí.

Claro, que es posible que no os interese demasiado este apartado y pueda parecer un añadido sin mucho sentido para lo que esperabais. No hay problema. Me lo comentáis y listo. Obviamos este apartado.

De vosotros depende: ¿qué opináis?

jueves, 17 de febrero de 2011

La coma.

LA COMA.

Esta es la pausa básica en la lengua castellana. Y según Amado Alonso y Henríquez Ureña tenía dos usos principales:

1- La separación de análogos dentro de una serie, ya fuesen palabras, frases u oraciones.

Ejemplos:

Delanteros, defensas, centrocampistas, portero.

Yo no sé hacerlo, tú no sabes hacerlo, nadie sabe hacerlo.

2- La separación de elementos que tienen un carácter incidental en la oración.

Ejemplos:

Brasilia, la capital, no será sede del Mundial.

Él, entonces, se dejó morir.

Javier, si lo eligen, renunciará al cargo.

Véase que si se omite la parte de la frase entre las comas, esta mantiene su significado.

Partiendo de aquí podemos ver peculiaridades que pueden incluirse en alguno de estos dos usos, pero que conviene aclarar. Por ejemplo, cuando el sujeto de la oración es muy largo, se separa de los otros elementos de la oración con una coma. Así el lector puede tomar un poco de aire.

Messi, Pedro, Villa, Xavi y los demás centrocampistas, impidieron a los rivales salir con el balón controlado.

En las expresiones en que se llama a alguien o algo personificado (vocativo), la palabra que lo define debe seguirse de una coma.

Paco, come deprisa.

Paco come deprisa.

En la primera frase, con Paco como vocativo, se observa una orden, para ello lo tenemos que llamar. En la segunda nos limitamos a informar sobre la acción del tal Paco.

El radiotelegrafista borracho envió el mensaje a la Antártida.

El radiotelegrafista, borracho, envió el mensaje a la Antártida.

Esta frase con comas y sin comas posee una sutil diferencia. La palabra borracho en la primera es determinativa ya que nos aclara cual de los radiotelegrafistas envió el mensaje, pero la segunda es explicativa porque nos explica que el radiotelegrafista que envió el mensaje a la Antártida estaba borracho... tal vez por eso se lo envió allí en lugar de a La Coruña.

Continuando con el explicativo y determinativo, podemos hablar de las frases subordinadas (explicativas y determinativas), también en este caso la incidental explicativa ira entre comas, pero la determinativa no.

Los ladrones que pasaban por allí se llevaron un par de jamones.

Los ladrones, que pasaban por allí, se llevaron un par de jamones.

La elipsis es una figura retórica mediante la que se suprime un elemento esencial en la correcta construcción gramatical de la misma, pero que, sin embargo, gracias al contexto se entiende. Pues allí donde se suprime un verbo debe ubicarse, también, una coma.

Superman era fuerte; Batman, inteligente.

Hay situaciones en que dos frases unida por la conjunción y aún pueden dar lugar a confusión, la coma se convierte en el recurso aclaratorio.

A Pedro le gustaba el trabajo, y el ocio lo consideraba absurdo.

La omisión de la coma podría interpretarse en el sentido de que a Pedro le gustaban ambos: el trabajo y el ocio.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Trama y argumento.

Trama y argumento.

En un texto anterior vimos como un mismo argumento visto de una manera determinada y centrando la historia en determinados personajes, objetos o circunstancias, podía dar lugar a diferentes categorías como suspense, romántica, policíaca, ciencia ficción, etcétera. Como también vimos, no siempre los sucesos se narraban en el mismo orden, de hecho la ocultación de ciertos detalles en un momento dado y el realzado de otros, podía dar la idea de leer historias diferentes. Esa forma casi viva de presentar el argumento es lo que denominamos trama. Así podríamos definir esta como la forma de presentar el argumento de la historia. Y en un alarde de osadía aún podríamos decir que la forma de la trama es lo que realmente define a que categoría pertenece un relato.

Como ya seguramente habréis intuido, las tramas es lo que realmente depende del escritor y, para un mismo argumento, puede haber infinitas. Sin embargo, aunque categorías o estilos también hay muchos, estos son algo más limitados en número, por lo que eso quiere decir que, dentro de un mismo estilo se pueden presentar varias tramas con mayor o menor diferencia, pero, además, pueden existir tramas que aúnen dos o más estilos. Por ejemplo, Agatha Christie era una magnífica escritora de suspense, pero de tanto en tanto le gustaba poner una gota de humor en sus relatos. También Isaac Asimov, en sus relatos de ciencia ficción, introducía detalles propios de las tramas policíacas.

No obstante, también me gustaría aclarar que algunos de estos detalles que no son propios del estilo usado, especialmente en el caso de las notas humorísticas, pueden o no ser parte de la trama. Por ejemplo, no es lo mismo que el autor haga un chiste con una frase o el aspecto de un personaje, que esa nota humorística sea producto de una situación momentáneamente surrealista dentro del baile de sucesos. En el primer caso el chiste no formaría parte de la trama, en el segundo sí.

Así pues, la trama se convierte en algo peculiar del escritor, pero en la plasmación del argumento en la historia también cuentan esos otros detalles que no forman parte de la trama. De este modo el relato estará formado por el argumento, la trama y los detalles adicionales. Como el argumento es algo genérico que pueden tratar otros autores en relatos propios, diremos que la trama y los detalles adicionales conformarán lo que es el estilo personal del autor. Así si otro autor aún se atreviese con una trama que no es suya, aún existiría una serie de detalles diferenciales a los que, desde este momento denominaremos “detalles personales”.

Desde el punto de vista de la concepción de un relato primero tendremos que idear un argumento (muchas veces nos vendrá dado desde el exterior), después crearemos la trama (muchas veces nos servirá también para hacer modificaciones al argumento) y finalmente, seguramente mientras estamos escribiendo el relato, aparecerán los detalles personales. Estos detalles personales serán en ocasiones intencionados, pero mayoritariamente serán algo casi sustancial del autor que, incluso, puede llegar a no ser consciente de ellos.

Desde el punto de vista del lector, por lo general, el argumento será la parte que llegará a él mediante la lógica, pero la trama y especialmente los detalles personales, lo harán desde la parte más emocional. Por eso, aunque ahora pueda parecer que no es así, la trama y los detalles personales son los que definirán que un lector sienta mayor o menor afinidad por un relato. En pocas palabras, la trama y los detalles será lo que nos gustará o disgustará de un relato escrito por otra persona. Sin embargo, para el autor, que vive inmerso en su propio estilo personal, el argumento aparece como la parte más relevante. Sólo cuando el autor es capaz de inmiscuirse en la parte emocional de su obra, puede llegar a acercarse a sus posibles lectores.

Dicho todo esto, podría parecer como si el argumento no tuviera ninguna importancia, y eso no es cierto. De hecho tanto la trama como los detalles se tienen que armar sobre este. Podemos imaginar al argumento como los huesos de un esqueleto al que se le añaden los músculos y las vísceras que son la trama, y una piel, uñas, cabello y todo aquello que nos da nuestro aspecto externo, como los detalles personales. Está claro que si nuestra columna vertebral está doblada y nuestros huesos craneales hundidos, nuestra salud no será buena y nuestro aspecto nada saludable. Por otra parte, una trama errónea también mataría al relato… tal vez de un infarto.

Y todo esto, aunque parezca mentira, no es solo aplicable a los relatos de ficción, aunque, claro está, en una carta o en una tesis doctoral, será mucho menos visible porque… tienden a ser bastante “huesudas”.

jueves, 10 de febrero de 2011

Prácticas (001)

Estamos en las presentaciones y de teoría no se puede decir que hayamos hecho mucho. Así poco se puede practicar. Sin embargo, igual que en su momento nos presentamos, podríamos hacer una breve descripción de la ciudad o población en que vivimos.

Las reglas a cumplir en este ejercicio son:

-No escribir más de diez líneas, ni menos de cinco para fuentes calibri y arial tamaño 12 o New Times Roman 14.

-No nombrar la directamente la población.

-Expresar también emociones y sensaciones.

Bueno, para empezar ya está bien. Y no sigo poniendo condiciones para no hacerlo más difícil. Para el que se atreva, las siguientes condiciones, que había pensado, eran… escribirlo haciendo el pino y con un plátano en la boca.

Bromas aparte, la referencia para este ejercicio es (001).

¡Llegó la hora!

Técnicas: presentación.

PRESENTACIÓN TÉCNICAS

Los oficios de escritor son muchos y muy diferentes, pero los escritores creativos (novelistas, poetas, publicistas, cuentistas, dramaturgos, guionistas…) tienen que tener una cosa en común: el deseo de escribir. Según Gabriel García Márquez el verdadero escritor tiene que llevar algo de escritor dentro de sí desde que nace. Yo no puedo estar de acuerdo con él, porque por más que me he rebuscado por todas partes no he encontrado nada en mí. Por no tener no tengo ni plumas, pero sigo convencido de que soy escritor incluso cuando duermo. Tal vez nunca me haga rico con esto, incluso es posible que nunca vea una de mis obras en el escaparate de una librería, pero aún así soy escritor por una única razón: porque quiero.

Y eso es lo que espero de todos los que ahora iniciáis este curso, que queráis escribir. Poco importa el estilo o el nivel de conocimiento. Por ahora lo único que importa es el deseo. Si este existe lo demás ya lo dirá el tiempo que es el que, en último término realmente nos juzga. Pero hoy vamos a disfrutar de nuestro deseo. Da igual si empezáis ahora o tenéis gran parte del camino ya andado, ahora sólo debe importar el deseo de escribir.

Supongo que todos recordáis lo que contestasteis a la pregunta de qué esperabais de este curso. No todos especificasteis que deseabais escribir, así que preguntaos a vosotros mismos si deseáis escribir y si la respuesta es afirmativa… ¡adelante!

En el apartado de técnicas veremos algunas estrategias y secretos que nos permitirán ir mejorando nuestra escritura y perfeccionando nuestra personalidad como escritores. Y el primer secreto, que seguramente todos ya conocéis, es que “a escribir se aprende escribiendo”.

Muchos de nosotros hemos practicado la escritura y hemos terminado abandonando nuestros textos en un rincón y avergonzándonos de ellos. Y eso, el avergonzarse, es un error. Por muy mal que creamos que puede estar aquello que un día escribimos, seguro que también posee cosas buenas. Es hora de rescatar los folios olvidados en la carpeta del desván y empezar a mirarlos con un ojo crítico, pero constructivo. El mismo Juan Ramón Jiménez, que era un perfeccionista, repudiaba gran parte de los poemas que iba haciendo y los tiraba a la papelera. Según dicen, su esposa los sacaba de allí, estiraba las hojas y se los volvía a poner sobre la mesa. De tanto en tanto, uno de aquellos poemas perdidos cambiaba una palabra aquí, una metáfora allá, y terminaba siendo una obra que enorgullecía al autor. A la muerte de esta, tres días después de que se conociera que le habían otorgado el Nobel de literatura, dicen que dijo: “¿Quién salvará ahora mis horas?”. No esperemos a que otro lo haga por nosotros y salvemos hasta nuestro último minuto.

No nos deshagamos de nuestro trabajo, tal vez mañana sepamos darle el brillo que deseamos para él. Y recordad que para escribir sólo hace falta un lápiz, un papel y el deseo de hacerlo.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Presentación del apartado sobre lengua castellana.

PRESENTACIÓN DE LENGUA CASTELLANA

Si vamos a empezar un curso de escritura en el que los conocimientos de sus participantes son desconocidos y, hasta cierto punto se intuyen heterogéneos, lo lógico es partir desde lo más básico. Después, según veamos cómo evoluciona, ya aceleraremos, o no, en algunos temas. Así en cuestiones de gramática, ortografía y, en general, todo lo que es la lengua castellana, no podrá ser una excepción. Muchas de las reglas las creemos totalmente sabidas, pero podemos recibir más de una sorpresa. También, en muchas ocasiones, podemos conocer reglas sin saberlas, es decir, que somos capaces de escribir correctamente en base a reglas que nunca estudiamos. De esto tienen mucha culpa las buenas lecturas, que, sin darnos cuenta, nos adentran en la buena escritura. Por otra parte, también existen otras tendencias que tiran de nuestros utensilios de escritura hacia el error, como puede ser esa escritura desidiosa que muchas veces frecuenta nuestros monitores de ordenador, o las prácticas locales y de argot que influencian nuestra escritura desde el lenguaje hablado.

El escritor (asumiremos aquí como tal a todo aquel que escribe sin más acepciones) debe conocer lo mejor posible las herramientas de su trabajo y estas incluyen tanto las físicas como esas otras que definen la escritura y sobre las que ahora hacemos hincapié: las reglas y normas de escritura.

También vamos a detenernos en el estilo. No sé si conviene hablar de las diferentes teorías sobre este, pero en un principio lo veremos desde dos puntos de vista:

- El estilo de escritura, basado en un uso personal del lenguaje.

- El estilo de tema, basado en la trama y los detalles personales.

Ambos estilos pueden estar relacionados, pero también influenciados por las lecturas, conocimientos del autor y las particulares formas de pensar de cada uno.

Vemos así que este tema, el de la lengua castellana, se cruzará, en algún momento, con otros. Sin embargo, empezando por el principio atacaremos las reglas de escritura. Y, como no podía ser de otra manera, empezaremos por la puntuación.

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100 lecturas y una más.

No son los 100 mejores libros, pero sí una selección de libros que pueden aportar mucho a alguien que quiere aprender a escribir hoy:

1984, George Orwell

Lolita, Vladimir Nabokov

El sonido y la furia, William Faulkner

El péndulo de Focault, Umberto Eco (*)

El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr Hyde, Robert Louis Stevenson (*)

La Odisea, Homero

Orgullo y prejuicio, Jane Austen

Divina Comedia, Dante

Cuentos de Canterbury, Geoffrey Chaucer

Los viajes de Gulliver, Jonathan Swift

Pantaleon y las visitadoras, Mario Vargas Llosa (*)

El guardián entre el centeno, J. D. Salinger (*)

Cien años de soledad, Gabriel García Márquez (*)

El gran Gatsby, Scott Fitzgerald

20.000 leguas de viaje submarino, Julio Verne

Cosmos, Carl Sagan (*)

Las uvas de la ira, John Steinbeck

El centinela, Arthur C. Clarke (*)

Un mundo feliz, Aldous Huxley (*)

Mrs. Dalloway, Virginia Woolf

Olvidado rey Gudú, Ana María Matute (*)

El príncipe, Maquiavelo (*)

El señor de los anillos, J. R. R. Tolkien (*)

Pasaje a la India, E. M. Forster

Matar a un ruiseñor, Harper Lee

La naranja mecánica, Anthony Burgués

Luz de agosto, William Faulkner

Las almas de la gente negra, W. E. B. Du Bois

Ancho mar de los Sargazos, Jean Rhys

Madame Bovary, Gustave Flaubert

Paraíso perdido, John Milton

Anna Karenina, Leon Tolstoi (*)

Hamlet, William Shakespeare

El rey Lear, William Shakespeare

Platero y yo, Juan Ramón Jimenez

Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain

Kim, Rudyard Kipling

Frankenstein, Mary Shelley

Alguien voló sobre el nido del cuco, Ken Kesey

Por quién doblan las campanas, Hernest Hemingway

El Aleph, Jorge Luis Borges

Rebelión en la granja, George Orwell

El señor de las moscas, William Holding

A sangre fría, Truman Capote (*)

El cuaderno dorado, Doris Lessing (*)

En busca del tiempo perdido, Marcel Proust

El sueño eterno, Raymond Chandler

Mientras agonizo, William Faulkner

Yo, Claudio, Robert Graves

La puta respetuosa, Jean-Paul Sartre

Hijos y amantes, D. H. Lawrence

Todos los hombres del rey, Robert Penn Warren

El corazón de las tinieblas, Joseph Conrad

El factor humano, Graham Green (*)

Trópico de cáncer, Henry Miller

El halcón maltés, Dashiell Ahmet

El misterio de la cripta embrujada, Eduardo Mendoza (*)

Lord Jim, Joseph Conrad

Los detectives salvajes, Roberto Bolaño

La vida es sueño, Calderón de la Barca (*)

La Fundación (la primera trilogía), Isaac Asimov (*)

Ubik, Philip K. Dick

El juego de Ender, Orson Scott Card

Viento del Este, viento del Oeste, Pearl S. Buck (*)

Poesía, Antonio Machado (*)

Los hombres que no amaban las mujeres, Stieg Larsson (*)

La sombra del Viento, Carlos Ruíz Zafón (*)

Ivanhoe, Walter Scott

La dama de las Camelias, Alejandro Dumas

Diplomacia, Henry Kissinger (*)

Parque Jurásico, Michael Crichton (*)

Informe Lugano, Susan George (*)

Antología poética, Miguel Hernández (*)

Su único hijo, Leopoldo Alas Clarín

Trilogía de Nueva York, Paul Auster (*)

La hoguera de las vanidades, Tom Wolfe

Wilt, Tom Sharpe (*)

El perfume, Patrick Süskind (*)

Sinuhé el egipcio, Mika Valtari (*)

Planilandia, Edwin A. Abbott (*)

Viajes al otro mundo, H.P. Lovecraft (*)

Rimas y Leyendas, Gustavo Adolfo Bequer

Historia de España, Pierre Vilar (*)

Los miserables, Victor Hugo

Nueva guía de la ciencia, Isaac Asimov (*)

El retrato de Dorian Gray, Oscar Wilde (*)

Hawaii, James Michener

Los pilares de la Tierra, Ken Follet (*)

La catedral del mar, Ildefonso Falcones (*)

La doncella de piedra, Susan King

Tirano Banderas, Ramón del Valle-Inclán

Crónicas marcianas, Ray Bradbury

Drácula, Bram Stoker

El amante, Marguerite Durás

El Evangelio según Jesucristo, José Saramago (*)

El extranjero, Albert Camús

Los crímenes de la calle Morgue, Edgar Allan Poe

Los libros con un asterisco entre paréntesis serán tratados a lo largo del curso. Para empezar, dentro de un mes empezaremos a desarrollar como tema “Pantaleón y las visitadoras” de Mario Vargas Llosa, aprovechando que le han concedido recientemente el Nobel de literatura.

Y además convendría seleccionar cuentos cortos de algunos autores como Julio Cortazar o Pere Calders. Libros como “El Quijote” o “Ulises”, ya son obras con una cierta antigüedad o complejidad poco pueden aportar más, que los 100 anteriores, a un escritor en ciernes. Sin duda si formarían parte de los mejores libros de la historia, pero insisto, no es lo que pretendo con esta selección. Especialmente se ha limitado el número de obras antiguas, que si bien son la base de toda la literatura, muy poco pueden aportar al nuevo escritor. Aunque siempre pueden existir situaciones excepcionales, como la que supone “El Evangelio según Jesucristo” de José Saramago, que está escrito con el estilo propio de las sagradas escrituras, aunque con la sabiduría literaria del Nobel portugués. Emular las arcaicas fórmulas de un texto sagrado, de Homero o incluso usar un lenguaje propio de otras épocas, son recursos que se han utilizado en numerosas ocasiones, pero, aún así, eso no justifica que el nuevo escritor deba saturarse de esas lecturas antes que de las contemporáneas que, incluso con “menor calidad”, serán más útiles para sus propósitos de aprendizaje.

Doy por supuesto que se aceptan sugerencias. Es el momento de comentar lo bueno y lo malo que nos pueden aportar estos libros y otros. De hecho nada me gustaría más que tener argumentos para cambiar algunos de estos libros. No se lo digáis a nadie, pero también hay libros y autores a los que odio.